6:11 |
Autor Iglesia Hogar
Jesús es condenado a muerte
Te adoramos Jesus, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo Amén
Señor; escucha mi oración. Tú que eres fiel, atiende a mi súplica; Tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a Ti (Salmo 142, 1-2)
¿Cuánto miedo tuviste, Señor?
Si el sudor de sangre ya había humedecido tu rostro en el huerto y la agonía la estabas ya viviendo.
¿Cómo pude levantar mi mano contra Ti y apurar tu condena?
Y sigo con la mano levantada para hacerte morir en cada pobre que no ayudo,
en cada gesto de molestia con el otro, en cada ruego que no escucho.
Ni una queja salió de tus labios, ni un reproche.
Como ahora, en que esperas, paciente, que te hable cada noche. Dame fuerzas, Señor, para estar junto a Ti,
para no quedarme fuera del palacio donde fue tu condena;
para no levantar mi mano contra otros injuriando, murmurando, envidiando.
Tu silencio, tu humildad, las necesito, Señor, para caminar junto a Ti, para tomarte la mano y decirte que te quiero en cada instante que pasas a mi lado vestido pobremente, enfermo, con frío, llorando, pidiendo.
Por tu dolorosa pasión, Señor,
ten piedad de nosotros y del mundo entero.
Ten piedad de mí.
Te adoramos Jesus, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo Amén
Señor; escucha mi oración. Tú que eres fiel, atiende a mi súplica; Tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a Ti (Salmo 142, 1-2)
¿Cuánto miedo tuviste, Señor?
Si el sudor de sangre ya había humedecido tu rostro en el huerto y la agonía la estabas ya viviendo.
¿Cómo pude levantar mi mano contra Ti y apurar tu condena?
Y sigo con la mano levantada para hacerte morir en cada pobre que no ayudo,
en cada gesto de molestia con el otro, en cada ruego que no escucho.
Ni una queja salió de tus labios, ni un reproche.
Como ahora, en que esperas, paciente, que te hable cada noche. Dame fuerzas, Señor, para estar junto a Ti,
para no quedarme fuera del palacio donde fue tu condena;
para no levantar mi mano contra otros injuriando, murmurando, envidiando.
Tu silencio, tu humildad, las necesito, Señor, para caminar junto a Ti, para tomarte la mano y decirte que te quiero en cada instante que pasas a mi lado vestido pobremente, enfermo, con frío, llorando, pidiendo.
Oración: Jesús, Tu eres niño, como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón.
Tiritando estás de frío y buscando vas calor, aunque caliente muy poco, aquí está mi corazón.
Tiritando estás de frío y buscando vas calor, aunque caliente muy poco, aquí está mi corazón.
Por tu dolorosa pasión, Señor,
ten piedad de nosotros y del mundo entero.
Ten piedad de mí.
Categoria:
Rezo,
Semana Santa,
Vía Crucis
|
0 comentarios: