17:47 |
Autor Iglesia Hogar
Primera caída de Jesús
Te adoramos Jesus, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Amén
Mi alma espera en el Señor; espera en su palabra; mi alma aguarda el Señor,
más que el centinela la aurora. (Salmo 129, 5-6)
Las piedras que he puesto en tu senda divina y el peso de mis faltas tu cuerpo han doblado
y has caído, ya cansado, por mi abandono, agobiado.
Dame fuerzas, Señor, para endulzar el camino de otros hombres que van cargados con sus cruces y,
para aliviarles el peso de sus penas o quebrantos.
Dame fuerzas para no abandonar mi propia cruz y acudir a consolar del desvalido el llanto. No permitas que me quede allí, acariciando ilusiones, mientras veo indolente, cómo otros caen y yo no acudo a levantarlos.
Deja que mi cansancio sea el reposo de otros hombres y mi dolor sea su alivio.
Cuando yo me doble bajo el madero de mi cruz, acude en mi socorro, no tardes en auxiliarme,
para que no me quede allí, sin sostén en mis flaquezas.
Porque te quiero, Señor, sólo porque te quiero.
Oración: Dame licencia, Señor, para que deshecho en llanto, pueda en vuestro rostro Santo llorar lágrimas de amor. Bendigo tu piedad, pues me llamas a quererte, como si de mí tuviera, tu amor, necesidad.
Por tu dolorosa pasión, Señor,
ten piedad de nosotros y del mundo entero.
Ten piedad de mí.
Te adoramos Jesus, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Amén
Mi alma espera en el Señor; espera en su palabra; mi alma aguarda el Señor,
más que el centinela la aurora. (Salmo 129, 5-6)
Las piedras que he puesto en tu senda divina y el peso de mis faltas tu cuerpo han doblado
y has caído, ya cansado, por mi abandono, agobiado.
Dame fuerzas, Señor, para endulzar el camino de otros hombres que van cargados con sus cruces y,
para aliviarles el peso de sus penas o quebrantos.
Dame fuerzas para no abandonar mi propia cruz y acudir a consolar del desvalido el llanto. No permitas que me quede allí, acariciando ilusiones, mientras veo indolente, cómo otros caen y yo no acudo a levantarlos.
Deja que mi cansancio sea el reposo de otros hombres y mi dolor sea su alivio.
Cuando yo me doble bajo el madero de mi cruz, acude en mi socorro, no tardes en auxiliarme,
para que no me quede allí, sin sostén en mis flaquezas.
Porque te quiero, Señor, sólo porque te quiero.
Oración: Dame licencia, Señor, para que deshecho en llanto, pueda en vuestro rostro Santo llorar lágrimas de amor. Bendigo tu piedad, pues me llamas a quererte, como si de mí tuviera, tu amor, necesidad.
Por tu dolorosa pasión, Señor,
ten piedad de nosotros y del mundo entero.
Ten piedad de mí.
Categoria:
Rezo,
Semana Santa,
Vía Crucis
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