18:30 |
Autor Iglesia Hogar
Jesús en el sepulcro
Te adoramos Jesus, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Amén
El es anterior a todo, y todo se mantiene en El. Porque en El quiso Dios que residiera toda plenitud. Y por El quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra (Col 1, 17-20)
Y te puse en el sepulcro.
Pero si yo soy un sepulcro. Blanqueado.
Te escondí como el ladrón las especies robadas; como el mentiroso, la verdad rechazada.
Te levanté como un madero seco, y apenas mostré tu desnudez
salieron brotes de fe, esperanza y caridad,
en el ladrón, en la adúltera, en el leproso del pecado y en el ciego a tu bondad.
Te levanté como un madero seco y de tu desnudez salió un vestido níveo y luminoso de perdón.
En tu sepulcro no puse el madero, Señor.
Permíteme hacerlo mío y cargarlo con la fuerza de la fe,
con la alegría de la esperanza de que me esperas a la puerta de tu casa.
Dame el madero, Señor, para reposar allí el alma y el corazón y para ser lumbre y calor de estío,
para tanto hombre que tiene frío.
Oración: Como están los ojos de los esclavos, fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia. Mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora, porque el Señor escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí.
Por tu dolorosa pasión, Señor,
ten piedad de nosotros y del mundo entero.
Ten piedad de mí.
Te adoramos Jesus, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Amén
El es anterior a todo, y todo se mantiene en El. Porque en El quiso Dios que residiera toda plenitud. Y por El quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra (Col 1, 17-20)
Y te puse en el sepulcro.
Pero si yo soy un sepulcro. Blanqueado.
Te escondí como el ladrón las especies robadas; como el mentiroso, la verdad rechazada.
Te levanté como un madero seco, y apenas mostré tu desnudez
salieron brotes de fe, esperanza y caridad,
en el ladrón, en la adúltera, en el leproso del pecado y en el ciego a tu bondad.
Te levanté como un madero seco y de tu desnudez salió un vestido níveo y luminoso de perdón.
En tu sepulcro no puse el madero, Señor.
Permíteme hacerlo mío y cargarlo con la fuerza de la fe,
con la alegría de la esperanza de que me esperas a la puerta de tu casa.
Dame el madero, Señor, para reposar allí el alma y el corazón y para ser lumbre y calor de estío,
para tanto hombre que tiene frío.
Oración: Como están los ojos de los esclavos, fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia. Mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora, porque el Señor escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí.
Por tu dolorosa pasión, Señor,
ten piedad de nosotros y del mundo entero.
Ten piedad de mí.
Categoria:
Rezo,
Semana Santa,
Vía Crucis
|
Deja tu comentario